Un vecino de mi calle me explica cómo años atrás ganó mucho dinero con su negocio de lámparas y manufactura de hierro y otros metales. Aprendió de bien jovencito en el taller familiar y se ganó la vida durante muchos años. Su padre era el modelo de aquello que aprender y el tiempo de experiencia y la destreza personal hacían el resto, de manera que los más mayores eran los que más dominaban… aprendidas las técnicas sólo quedaba emplearlas mejor y más rápido a lo largo de los años. Las historias y los relatos de las personas mayores nos ayudan a entender la complejidad de los tiempos que corren. Ellos son en toda regla representantes de un pasado cercano, víctimas de la brecha digital y espectadores de un cambio de época, con palabras del sociólogo Zigmunt Bauman: el paso de la Modernidad Industrial a la Modernidad líquida.
Las personas mayores observan descolocadas como mucho de lo que aprendieron ayer ya no sirve para hoy y aquello que ayer era estable, hoy es incierto. El enunciado de la máxima donde el adulto enseña al joven a moverse por el mundo se rompe parcialmente en las relaciones intergeneracionales contemporáneas, donde en ocasiones le buscamos las vacaciones a nuestros progenitores por internet o les colgamos el currículum en Infojobs. Algunos más descolocados y perjudicados que otros, por supuesto, observan atentos la velocidad de vértigo con que se mueve el mundo, y cómo todo cambia mucho antes de que nos hayamos acostumbrado a nada. Son sabios de lo esencial a pesar de todo, pero sabios descolocados.
El sociólogo español Manuel Castells dice que la electricidad fue para la Revolución Indistrial lo que internet es para la Revolución Tecnológica, un motor que extiende los brazos del cambio hacia toda la sociedad: la economía, la cultura, la educación, la política, la guerra… un cambio basado en la hiperconexión entre todos y todo, el fácil e inmediato acceso a la información y la creación de una red social que somos todos. La idea de la conexión adquiere una lógica absoluta en términos de optimización de recursos que se expande a nivel de metateoría de la ciencia, como un paraguas que responde a las limitaciones de la Teoría General de Sistemas de Bertalanffy. De manera que si conectamos ordenadores, personas, negocios, oficinas, países… es más que evidente que podemos obtener algún beneficio.
Si miramos atentamente los dos motores señalados por Castells -la electricidad e internet-, más allà de sus diferencias y relaciones básicas, vemos ciertas connotaciones que nos pueden ayudar a acercarnos un pelín a algunas de las características de nuestro presente. La electricidad es estable y unidireccional, puede variar en intensidad, pero a grandes rasgos es la que es y nos provee a todos de lo mismo. Todos la usamos pero no interactuamos con ella, es de lógica lineal y esencialmente conecta edificios a través del espacio físico. Por otro lado, internet es un motor altamente interactivo, de lógica dinámica y compleja es a la vez infraestructura que acción, su manipulación es multidireccional y fácilmente accesible para gran parte de la sociedad. Ocupa un espacio virtual además de físico y acerca la realidad sin limitaciones de tiempo ni espacio… es el cardus y el decumanus y el mismísimo fórum romano, pero no sólo de Roma sino de todas las ciudades que configuraban su imperio juntas. Éstas son características estructurales de nuestra sociedad actual, son lo normal y lo común: nuestra sociedad es líquida en tanto que incierta y altamente cambiante y esas son las nuevas reglas… y lo que ayer era Facebook, hoy es Google plus… con lo que le costó a mi tía aprender a escribir en el muro! Nuestra modernidad demanda un carácter cambiante de nuestras destrezas, exige que aprendamos continuamente a lo largo de la vida, nos exige ser líquidos y adaptarnos a diferentes moldes… la rigidez, como la lentitud, son un lastre hoy.
Paradójicamente, en paralelo a esta red de conexiones global como eje de unión, algunos sociólogos como Sennett explican como en las sociedades modernas disminuye la calidad de los vínculos entre personas a nivel comunitario y crece la desconfianza general sobre todos y todo. Otros apuntan a una crisis de valores y al mercantilismo de los mismos. Aumenta vertiginosamente un individualismo feroz que nos convierte en una sociedad excluyente que nos sitúa lejos el uno del otro… conectados, pero lejos. Esta contrariedad es a la vez otra de las características de nuestros tiempos, Edgar Morin nos explica como hoy las cosas no son blancas o negras, ni tan siquiera grises, sino que son negras, blancas y grises al mismo tiempo. Nuestra sociedad, más capaz que nunca, se fragmenta y fracasa ante las tremendas desigualdades entre pueblos y personas, una fragmentación que nos constituye y observa cómo se esfuman muchos de los derechos sociales adquiridos en épocas pasadas.
Ante tanto cambio y tanta complejidad encontramos un aspecto que no parece variar y que nos pone en tela de juicio el alcance verdadero y la significatividad de ésta nueva Era… las relaciones de poder. El Capital de Karl Marx narraba las relaciones de poder entre la burguesía y el proletariado en Europa en pleno auge industrial. A pesar de interpretar los entresijos de una época en teoría distinta a la nuestra, dibuja de forma certera aspectos de nuestra economía neoliberal y de la distribución del poder y del capital hoy y ahora. El capital sigue mandando y el poder que en épocas anteriores había pertenecido a señores feudales o monarcas, pertenece a aquellos que poseen ese capital y que hoy más que nunca, dominan tantos aspectos de nuestro crecimiento que hasta lo conducen a su antojo.
Mi pregunta es… somos capaces hoy de mover y virar el eje de poder?? Nuestras democracias son suficientemente sólidas para sostener el cambio?? En mi opinión es indudable que nuestras democracias y nuestras instituciones siguen una lógica industrial que es difícil de sostener ante la dimensión de los cambios acontecidos en los últimos 25 años. Mientras que la fragmentación social se convierte en un impedimento clave para avanzar y construir una estructura democrática más justa y acorde con las transformaciones globales de nuestro siglo.
Ayer el brillante premio Nobel de economía Joeph Stiglitzen participó en una comisión del movimiento 15 M en Madrid, y nos alentaba a todos los indignados a seguir activos y no bajar la guardia hasta conseguir una mayor regulación del mercado por parte de los estados. Un buen apunte, pero… quien controla a los estados?? Quien dicta los recortes para que el estado con su gobierno de turno los ejecute?? Pienso que un paso adelante eficiente en esta dirección es la creación de órganos de evaluación de la actividad política y pública, órganos apolíticos y profesionales que nos garanticen auditorías en todos los aspectos de la gestión pública… hay que evaluar más allá de las buenas intenciones. La Era digital multiplica las posibilidades de participación ciudadana y en los próximos años veremos claros ejemplos, ahora es necesaria la voluntad de acercar la política al pueblo y que progresivamente asumamos más cuotas de poder.
Mientras tanto, mi vecino de las lámparas habla y habla sobre aquellos maravillosos años mientras nos tomamos el cortado matinal. Ha dejado la bici apoyada en la puerta del bar y está a punto de partir a dar una vuelta por el río. Este señor se adapta a lo que sea y es que a pesar de todo, nuestra especie es capaz de adaptarse al medio que toque, y como él dice… “prefiero esconderme del ordenador que de las bombas en la guerra civil”.